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División eclesiástica de la Ciudad de México en el Siglo XVII

No se puede comprender la territorialidad de los conventos de monjas sin explicar la división eclesiástica que existía en la Ciudad de México. Es importante entender que los conventos de  monjas fueron un territorio, si bien supeditado al poder masculino, que también detentaba cierto poder, tanto económico y simbólico como de clase. No todos los sectores de la población podían acceder a los conventos, estos eran exclusivos de personas que tuvieran los recursos económicos suficientes para pagar la dote, así como españoles, o alguno que otro mestizo que tuviera sangre de la realeza indígena en sus venas. Se admite que hubo sus excepciones, pero en general así era la organización y jerarquización conventual.

En cuanto a la división eclesiástica Ernest Sánchez Mora, en su ensayo El nuevo orden parroquial de la Ciudad de México: Población, etnia y territorio (1768-1777), nos menciona lo siguiente:

La composición de la Ciudad de México era tripartita: las ciudades hermanas Tenochtitlán y Tlatelolco, así como la ciudad española, incrustada entre ellas, México. Así en correspondencia a la constitución de la “república de indios” y la “república de españoles”, entre 1524 y 1534 se conformó una estructura eclesiástica basada en el principio de separación, según el cual los españoles residentes en la ciudad recibían los sacramentos en una única parroquia, el Sagrario, mientras que los indígenas eran atendidos en las parcialidades denominadas barrios de San Juan Tenochtitlan y Santiago Tlatelolco.

Esta separación política, adquirió forma urbana mediante la delimitación de la traza. Ejecutada mediante calles organizadas ortogonalmente por Alonso García Bravo en 1521, esta área se reservó para la población española, toda vez que se obligó a la población indígena a trasladarse a los barrios. En San Juan Tenochtitlan quedaron cuatro barrios de origen prehispánico: Cuepopan, al noroeste; Atzacoalco, al noreste; Teopan, al sureste; y Moyotla, al suroeste, mientras que al norte quedó la parcialidad de Tlatelolco. Esta distribución quedó plasmada en la división eclesiástica de la ciudad, de tal forma que en 1534 ya existían cinco doctrinas de indios, Santiago Tlatelolco, San Pablo Teopan, San Juan Moyotla, San Sebastián Atzacoalco y Santa María Cuepopan; y una parroquia de españoles,  el Sagrario.

En relación con la estructura eclesiástica, en 1568 se crearon dos nuevas parroquias de españoles, la de Santa Caterina, al norte de la traza, y la de Santa Veracruz, que abarcaba el Occidente de la ciudad. En  ese momento empezó a producirse una “anomalía” en la administración parroquial de la ciudad de México en la medida que sobre un mismo territorio se superponían dos jurisdicciones eclesiásticas que atendían la etnia de los feligreses.  Esta superposición se hizo más compleja con la subdivisión de las parroquias de españoles y las doctrinas de indios a lo largo del siglo XVII. En 1610 se creo una doctrina “sin territorio” de indios vagos y extravagantes, gobernada por los dominicos, que atendía a indígenas de origen foráneo que se encontraban sin parroquia fija en la ciudad de México.

Con lo anterior podemos darnos cuenta que la organización de la ciudad se basaba en las desigualdades y en la diferenciación de la población, aunque a pesar del deseo riguroso de separación ésta no pudo ser totalmente lograda, pues los indígenas entraron dentro de la traza y los españoles salieron de ella. Sin embargo, y regresando a la espacialidad de los conventos, puede observarse como la mayoría de estos se encontraban dentro de la traza principal, pues a fin de cuentas estos conventos de mojas eran lugares de estatus y lugares para mujeres, se les debía proteger no sólo al interior  de una edificación, sino en el corazón de la ciudad, era una manera de mantenerlas observadas y protegidas, alejadas del pecado indígena, ocultas pero a la vez lo suficientemente a la vista para reafirmar su posición en la sociedad.

Para reafirmar la traza de la ciudad de México se presentan a continuación dos planos tomados del ensayo de Sánchez Mora, en los cuales podemos ver las parroquias españolas e indígenas de 1690 a 1768.

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